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Tema: El Siervo sufriendo | Fecha: 60 d.C. | Autor: Juan Marcos | Lugar: Roma

San Marcos 13

Jesús predice la destrucción del templo

(Mt. 24.1-2; Lc. 21.5-6)

1 - Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.

2 - Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Señales antes del fin

(Mt. 24.3-28; Lc. 21.7-24; 17.22-24)

3 - Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:

4 - Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?

5 - Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe;

6 - porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos.

7 - Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin.

8 - Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.

9 - Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos.

10 - Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.

11 - Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.

12 - Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.

13 - Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

14 - Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes.

15 - El que esté en la azotea, no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa;

16 - y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.

17 - Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!

18 - Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno;

19 - porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá.

20 - Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días.

21 - Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis.

22 - Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos.

23 - Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes.

La venida del Hijo del Hombre

(Mt. 24.29-35, 42-44; Lc. 21.25-36)

24 - Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,

25 - y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.

26 - Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria.

27 - Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

28 - De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

29 - Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

30 - De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

31 - El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

32 - Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.

33 - Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.

34 - Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

35 - Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;

36 - para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.

37 - Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.