Y me levanté y salí al campo; y he aquí que la gloria de Jehová era como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.
Mientras Jeremías profetiza en Jerusalén que la ciudad pronto caerá en manos de Babilonia, Ezequiel da un mensaje similar a los prisioneros que ya están en este país. Como el pueblo de Jerusalén, los prisioneros no creían que Dios permitiría que Jerusalén fuera destruida. Después de la noticia del otoño, Ezequiel intercambia sus mensajes por un mensaje de esperanza para el futuro y la restauración del pueblo. A lo largo del libro, el profeta describe sus encuentros con la gloria de Dios, ya sea en su gloria celestial o en su gloria terrenal, en el templo del pasado o en lo que fue predicho para el futuro.
La conquista de Jerusalén tuvo lugar por etapas, y los judíos fueron llamados prisioneros en tres deportaciones. Ezequiel, un sacerdote, fue traído a Babilonia durante la segunda deportación en el año 597 AC. Allí tiene una visión de la gloria celestial de Dios. En la visión, Dios le ordena que se convierta en un profeta para los judíos que viven en Babilonia. También le advierte claramente que la gente es rebelde y no escucha su mensaje.
El juicio de Dios sobre el pueblo de Judá y Jerusalén ya está en curso, y muchos judíos han sido deportados a Babilonia. A través de Ezequiel, Dios continúa advirtiendo a la gente contra la destrucción de Jerusalén y animándoles a abandonar sus malos caminos. Ezequiel anuncia que la gloria de Dios saldrá del templo y que el templo será destruido.
Después de la proclamación del juicio sobre Jerusalén, Ezequiel continúa pronunciando el castigo de Dios para algunas de las naciones hostiles alrededor de Jerusalén. Estos juicios confirman el poder soberano de Dios sobre todos los reinos y naciones.
Ezequiel proclama la caída de Jerusalén y llama a los judíos al arrepentimiento. Aunque la ciudad y el templo están hoy en ruinas, este no es el final. Si el pueblo está dispuesto a renunciar a su rebelión contra Dios, Él lo traerá de regreso a su tierra.
Dios da a Ezequiel una visión del futuro espiritual de Israel y de un nuevo templo glorioso que vera el regreso de la gloria del Señor. Dios promete restaurar a su pueblo y traerlo de vuelta hacia Él.
Fuente: Guia bíblica esencial (JIM GEORGE)