El tema central del Nuevo Testamento son las Buenas Noticias acerca de Jesucristo y el mensaje de la salvación por la fe en él. La palabra testamento se usa en su sentido de pacto o alianza, y el Nuevo Testamento expone el nuevo pacto que Dios ha hecho con su pueblo, anunciado unos 500 años antes por el profeta Jeremías (Jer. 31.31-34; véase Mt. 26.28; 1 Co. 11.25; 2 Co. 3.6-15; Hr. 9.15-20). Los documentos que lo componen fueron escritos en un periodo de menos de cien años, en contraste con los libros del Antiguo Testamento, que se formaron durante un periodo de varios siglos.
Los sucesos narrados en el Nuevo Testamento se presentan, por así decirlo, como el segundo acto y el clímax del gran drama de la salvación, cuyo primer acto es el Antiguo Testamento. Los primeros cristianos, como provenían de la comunidad judía, heredaron los judíos del Antiguo Testamento, llamados simplemente Las Escrituras, y lo tenían como su Biblia desde los comienzos de la iglesia cristiana, Hacían especial énfasis en sus libros proféticos y los y pasajes que, a la luz de la venida de Jesús, eran interpretados como profecías acerca de él, y que proporcionaban la base teológica para la fe cristiana.
Los apóstoles y sus contemporáneos tenían, además, viva en la memoria los hechos y palabras de Jesús, que ellos consideraban de igual valor que las Escrituras mismas. Con el tiempo, y conforme iba pasando la primera generación de creyentes, estos datos fueron incluidos en los que hoy conocemos como los Evangelios, y que llegaron a ser considerados escrituras tan inspiradas como las del Antiguo Testamento.
Antes de la formación de los evangelios, el apóstol Pablo había enviado cartas a varias de las iglesias, cartas que luego fueron recogidas y, que, junto con otras, llegaron a ser reconocidas con autoridad en la iglesia. El libro de Apocalipsis fue probablemente el ultimo que se escribió. Después de cierto tiempo, también de cierto tiempo, también fue considerado como parte de la Biblia.
En estos documentos que ahora integran el Nuevo Testamento, se hacen alusiones constantes al Antiguo Testamento, tanto a sus acontecimientos históricos como a los pasajes en que se puede entrever la promesa de la venida del Mesías y Redentor. El Nuevo Testamento se compone de 27 libros, como se ve en el índice al principio de esta edición. Se dividen en cuatro categorías, por su contenido y su estilo literario, a saber:
I. Los Evangelios (4 libros): San Mateo, San Marcos, San Lucas; San Juan
II. Historia de la iglesia primitiva (1 libro): Hechos de los Apóstoles
III. Epístolas o Cartas: Paulinas y Universales (21 libros): Romanos a Judas
IV. Apocalipsis o Revelaciones (1 libro)
Los Evangelios narran la vida, muerte y resurrección de Jesús, y lo que él hizo y enseño. De ellos, los tres primeros son conocidos como Sinópticos, pues su enfoque y contenido son similares entre si, aun cuando cada uno tiene su perspectiva especial. El Evangelio de San Juan, escrito más tarde, tiene un enfoque distinto. En contraste con los Sinópticos, que cuentan el ministerio de Jesús en la región de Galilea, Juan hace su relato principalmente en la región de Judea.
Este presenta las enseñanzas de Jesús en forma de diálogos, y de discursos íntimos en compañía de sus discípulos. Todos los Evangelios dedican una larga sección a la última semana, que incluye el proceso judicial, la muerte y la resurrección de Jesús, por ser todo esto fundamental en el mensaje del evangelio. El libro de Los Hechos relata como el mensaje de Jesucristo se extendió desde Jerusalén hasta Roma, capital del Imperio.
Las Epístolas del apóstol Pablo fueron dirigidos a diferentes iglesias en relación a situaciones especiales que surgían en ellas. Nos relatan no solo los problemas que la iglesia primitiva tuvo que enfrentar, sino también el significado profundo del mensaje evangélico. Otras cartas, que incluyen la Epístola a los hebreos y las que llevan los nombres de Santiago, Pedro, Juan y Judas, abordan distintos aspectos de la fe cristiana y de la vida de los creyentes en su medio ambiente social y religioso.
El libro de Apocalipsis, o de Revelación, es el único en sus géneros en el Nuevo Testamento, y fue escrito para fortalecer a los cristianos que sufrían persecución bajo el Imperio Romano hacia fines del siglo primero. En lenguaje altamente simbólico y por medio de visiones, el autor subraya la victoria final del reino de Dios sobre las fuerzas del mal. Su mensaje es de dar consolación a los cristianos perseguidos, y es el tema de todo el Nuevo Testamento:
Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y el reinara por los siglos de los siglos. ( Ap. 11:15)
Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en Koiné, el dialecto común del griego de aquellos tiempos. Como aún no había imprentas, fueron copiados a mano para suplir las necesidades de las iglesias. Este proceso normal, de copiar repetidas veces, dio lugar a algunas variaciones en el texto de los diferentes manuscritos. Recordemos que los manuscritos originales se gastaron mucho, y ya no existen en ninguna parte.
El texto griego que tenemos hoy del Nuevo Testamento se deriva de: varios miles de manuscritos y fragmentos copiados sucesivamente a través del tiempo; citas que se encuentran en los descritos de los autores cristianos de los primeros siglos; lecciones y otros documentos cristianos antiguos. Los más importantes y auténticos de todos estos materiales son, en general, los de mayor antigüedad, aunque existen otros factores que se han de tomar en cuenta para establecer la autenticidad de un manuscrito.
Lo interesante - y lo alentador- es que la gran mayoría de las diferencias entre los varios manuscritos consisten en detalles de grafía, orden de palabras, uso de sinónimos, etc. Y aun los que tocan ciertos detalles de redacción no afectan las doctrinas básicas de la fe cristiana.
Para la traducción del Nuevo Testamento, Casiodoro de Reina e baso en los mejores manuscritos griegos que en ese tiempo se conocían. Esos manuscritos habían sido copiados a mano sucesivamente durante cientos de años, como anotamos anteriormente. En los siglos XIX y XX se descubrieron otros manuscritos que son mucho más antiguos y que por tanto deben de ser más apegados a aquellos que procedieron de la mano de los autores ya que por tanto deben de ser más apegados a aquellos que procedieron de la mano de los autores originales.
El estudio de estos documentos recientemente descubiertos ha hecho posible formular un texto griego del Nuevo Testamento que se acerca más, en muchos de sus detalles, a su forma original. La mayoría de las versiones de la Biblia preparados en el siglo XX se han aprovechado de estos descubrimientos para su traducción del Nuevo Testamento. Las revisiones que hasta ahora las Sociedades Bíblicas han hecho de la traducción clásica de Reina y Valera, han, mantenido la base griega tradicional.