Porque en él había corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en el…
Colosas era una pequeña ciudad a unos 160 kilómetros al este de Éfeso. EL pastor fundador de la iglesia de Colosas no fue Pablo sino un hombre llamado Epafras al que él había convertido, mientras visitaba Éfeso. Pablo había ministrado en Éfeso durante tres años en su tercer viaje misionero. Aunque nunca había visitado la iglesia de Colosas, Epafras se acerca adonde esta Pablo en Roma y le comenta sus preocupaciones por una filosofía herética que se esta enseñando allí.
El apóstol inmediatamente escribe esta carta para advertir a los colosenses contra esta herejía que esta devaluando a Cristo. Escribe para que puedan comprender adecuadamente los atributos de Cristo y sus logros.
EL corazón de Pablo
Pablo saluda a los cristianos en Colosas agradeciendo a Dios el fruto espiritual que muestran en sus vidas y orando para que sean llenados con el conocimiento de la voluntad de Dios. Cuando los creyentes conocen y entienden los deseos de Dios para ellos, con capaces de ser espiritualmente productivos.
La verdad sobre Cristo
Aparentemente, algunos falsos maestros de Colosas decían que era necesario algo mas que Cristo para una vida cristiana: era necesario conseguir también cierto ¨conocimiento profundo¨ y observar ciertas tradiciones religiosas. Pablo advierte de estos errores y dice que Cristo es todo lo que necesitamos. Solo Cristo es la cabeza de la Iglesia, la esperanza de la gloria futura, y la fuente de la verdadera sabiduría y el conocimiento.
La plenitud del creyente en Cristo
Los falsos maestros de Colosas animan a los cristianos a buscar un conocimiento mayor y a observar ciertas regulaciones. Pablo argumenta que los creyentes ya están completos en Cristo en todos los aspectos, incluida su salvación. No es necesario que se aten a regulaciones legalistas.
El carácter del creyente en Cristo
En lugar de seguir las reglas inventadas por el hombre que ofrecen una falsa sensación de superioridad religiosa, Pablo enseña que los cristianos deben abandonar sus modos terrenales de actuar (ira, malicia, lenguaje obsceno, mentira, etc.) y adoptar el carácter del hombre nuevo: misericordia, amabilidad, humildad, modestia, tolerancia, paciencia y perdón. En sus vidas, hogares y en el trabajo, los creyentes tienen que vivir complaciendo a Dios no a los hombres.
Fuente: Guia bíblica esencial (JIM GEORGE)