Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas… a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
El Libro de Quejas contiene cinco poemas que describen el testimonio de Jeremías sobre la destrucción de Jerusalén por el ejército de Babilonia. Jeremías predijo esta catástrofe en su libro profético anterior que llevaba su nombre. Ahora escribe cinco poemas de luto para expresar su dolor. Pero como en su otra escritura, Jeremías recuerda a los lectores que Dios no ha abandonado a su pueblo y no lo abandonará. Él es fiel y su misericordia está a disposición de los que siguen su llamada.
En el primer poema o lamento Jeremías describe la ciudad de Jerusalén, que fue destruida por los enemigos. La desesperación, dice el Señor, no es una coincidencia o el resultado de la desgracia. Más bien, Dios ha enviado un castigo sobre Su pueblo porque han dejado Sus caminos.
Jeremías pasa del tema de la desolación de Jerusalén a un relato de primera mano de la destrucción de Jerusalén. Se describe la ira de Dios por los pecados, seguida de otra ronda de gritos profundos del profeta.
Del profundo dolor de Jeremías viene un rayo de esperanza. La compasión de Dios está siempre presente y Su fidelidad es grande. Jeremías se da cuenta de que sólo la misericordia de Dios ha impedido la aniquilación total.
El profeta describe el sitio de Jerusalén y recuerda el sufrimiento y el hambre de los ricos y los pobres. Revisa las causas del asedio, especialmente los pecados de los sacerdotes y falsos profetas de Jerusalén. Termina esta demanda con una advertencia en contra de castigar a la nación de Edom.
Jeremías concluye este triste libro con una oración para que Dios, en su misericordia, se acuerde de su pueblo y restaure y reviva el reino de Israel.
Fuente: Guia bíblica esencial (JIM GEORGE)