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Tema: El hombre perfecto | Fecha: 60-62 d.C. | Autor: Lucas, el medico amado | Lugar: Roma

San Lucas 15

Parábola de la oveja perdida

(Mt. 18.10-14)

1 - Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,

2 - y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.

3 - Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

4 - ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

5 - Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;

6 - y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.

7 - Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida

8 - ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

9 - Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.

10 - Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo pródigo

11 - También dijo: Un hombre tenía dos hijos;

12 - y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.

13 - No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

14 - Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.

15 - Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.

16 - Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.

17 - Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

18 - Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

19 - Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

20 - Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

21 - Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.

22 - Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.

23 - Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;

24 - porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

25 - Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;

26 - y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

27 - El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.

28 - Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.

29 - Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.

30 - Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.

31 - El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.

32 - Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.