DEUTERONOMIO 31
19 Ahora pues, escribid este cántico para vosotros, y tú, enséñaselo a los hijos de Israel; ponlo en su boca, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel. ...
Jubiloso estruendo se oía,
De un varón que milagros hacía,
A los hombres convencía
Que poder de Dios tenía;
Todo el mundo a él salía:
Al enfermo iba sanando
Y a los muertos resucitando;
¡Nunca ha hablado hombre como éste!
Mi Jesús, el santo de Dios.
Cerca de una ciudad a la entrada,
Un varón ciego mendigaba,
Cuando oyó que allí pasaba
Un Señor, dizque sanaba:
El clamó con toda el alma,
Y Jesús lo consoló,
Pues su vista restauró:
¡Nunca ha hablado hombre como éste!
Mi Jesús el santo de Dios.
Angustiada una madre lloraba,
Pues los restos de su hijo llevaban;
El vivir ya no deseaba,
Muerto había el que ella amaba;
A Naín Jesús llegaba,
Cuando al féretro se llegó
Aquél ser se incorporó;
¡Nunca ha hablado hombre como éste!
Mi Jesús, el santo de Dios.
Por violenta tempestad cruzaban
Cierta vez que en alta mar navegaban;
¿quién nos salvará? Pensaron,
Y a Jesús que dormía despertaron;
Y asombrados se quedaron,
Cuando al reprender la mar
Hizo al viento aun cesar:
// ¡Nunca ha hablado hombre como éste!
Mi Jesús, el santo de Dios.//
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