Puede haber muchas razones para ayunar tales como un problema personal, un pecado difícil de superar, tener que enfrentar una importante decisión, una crisis de la iglesia, la amenaza de algún peligro, la necesidad de cambiar la actitud de alguien o expresar agradecimiento, entre otras cosas. Sin embargo, nunca debemos considerar el ayuno como una forma de presionar a Dios para obtener lo que deseamos (Isaías 58:3). Dios desea que oremos acerca de nuestros problemas, pero sin tratar de dictarle soluciones. Nuestras actitudes deben ser como la de Jesucristo cuando oro “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42M).
A objeto de suplicarle a Dios que los protegiera, Esdras proclamaron un ayuno para todos los exiliados que regresaban a Juda (Esdras 8:21-23). Ester les pidió a todos los judíos de la capital persa que ayunaran para escapar del genocidio (Ester 4:16). Isaías 58:1-12 es un pasaje profundo que contrasta las actitudes correctas y equivocadas del ayuno. Muestra claramente que ayunar no debe ser simplemente un mero ritual. El ayuno debe enseñarnos a estar dispuestos a sacrificarnos de muchas maneras para el servicio de otros. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar para “desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión” y compartir nuestro “pan con el hambriento”, a albergar “a los pobres errantes” y a cubrir “al desnudo”? (versículos 6-7).
La Palabra de Dios nos exhorta a estar “firmes en el Señor” (Filipenses 4:1; 1ra Tesalonicenses 3:8). ¡Según lo que la Biblia nos enseña acerca del ayuno, veremos que aquellos que sincera y regularmente ayunan y oran a Dios muy positivamente estarán “! firmes en el Señor!”. Deseo que estos pequeños escritos sobre el ayuno le hayan sido de bendición y reflexión. Dios bendiga su vida.