El diezmo, una práctica común en muchas iglesias cristianas, es la donación del 10% de los ingresos de una persona a la iglesia o ministerio religioso al que pertenece. La base bíblica para el diezmo se encuentra en el Antiguo Testamento, donde se instruye a los israelitas a dar una décima parte de sus ingresos a la obra de Dios.
Sin embargo, hay cierta controversia en cuanto a si el diezmo sigue siendo relevante para los cristianos de hoy en día. Algunos argumentan que el diezmo es un mandamiento divino y, por lo tanto, debe ser seguido rigurosamente. Otros argumentan que la práctica del diezmo no es esencial para la salvación y que las donaciones deben ser un acto voluntario y de corazón.
En términos de estudios sobre el diezmo, hay poca investigación académica sobre su impacto en la iglesia y en la vida de los creyentes. Sin embargo, algunos estudios han explorado la relación entre la práctica del diezmo y la salud financiera de las personas.
Un estudio realizado por el Barna Group en 2016 encontró que aquellos que donan el 10% o más de sus ingresos informaron tener menos deudas y más ahorros que aquellos que no donan. El estudio también encontró que aquellos que donan regularmente tienden a ser más felices y satisfechos con su vida en general.
Otro estudio realizado por el National Christian Foundation en 2017 encontró que aquellos que practican el diezmo tienen una mejor comprensión de los principios financieros y una mayor capacidad para manejar el dinero de manera efectiva.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos estudios no prueban (y a mi criterio no tiene por qué ser probado), que el diezmo sea la única forma de mejorar la salud financiera o la felicidad en general. La práctica del diezmo es una elección personal y debe ser guiada por la conciencia y la dirección de Dios en la vida de cada individuo.
En conclusión, aunque hay pocos estudios sobre el diezmo en sí, los estudios que existen sugieren que la práctica del diezmo puede tener beneficios financieros y personales para los creyentes. Sin embargo, es importante recordar que la práctica del diezmo debe ser una decisión personal y guiada por la dirección de Dios en la vida de cada individuo.